Caminar y mirar. Por José Kattan

Creo en la versatilidad de la fotografía. Por eso no me inscribo en ningún género específico. No sé si esta indefinición es mala o buena. O no es ni mala ni buena.

Igual, el asunto de los géneros es relativo. Si hay una persona en una foto, la consideramos un retrato. Pero si la persona posa sin ropa, se llama desnudo. Y si está en la calle, entonces es fotografía de calle. Si representa una etnia, se llama fotografía etnográfica. Si es desvalida, documento social. La misma foto puede transitar por distintos géneros, publicarse en un libro de arte o en uno de historia, mudarse de un contexto a otro, sin ningún problema.

Me atraen muchos temas y me gusta conocer todas las técnicas posibles, dentro de las inmensas limitaciones y el poquísimo equipo que poseo. Me gusta la fotografía liviana. Resolver con pocos elementos. Amo la luz natural.  Especialmente porque es gratis. Y no tengo que cargar maletas pesadas, ni tener asistentes. Solo hay que aprender a buscarla. Podemos modificarla con cosas que todos tenemos en casa: espejos, sábanas blancas, papel aluminio, cartulinas, icopor.

La imagen digital me parece una maravillosa evolución de la imagen análoga. Es supremamente práctica. Es liviana. Claro, añoro el Ilfrod Multígrado FB, el Agfa Multicontrast, papeles hermosos, muy maleables. Pero el computador me ha enseñado muchas cosas nuevas sobre el contraste, el color, los valores tonales. En el computador se pueden estudiar separadamente todos los atributos de la imagen fotográfica.

Sigo creyendo en el poder de la imagen simple y directa. Uno puede encontrar las imágenes en el camino o puede construirlas a partir de una idea, pero siempre busco la naturalidad. No intervengo demasiado en las fotos que hago, dejo que las cosas sucedan. Hay demasiadas imágenes admirables, infinidad de técnicas, múltiples recursos, centenares, miles, millones de fotógrafos. Yo vivo lleno de dudas, intento aprender cosas nuevas todos los días.

Mis maestros son todos aquellos que sepan algo que yo ignoro (y es muchísimo lo que ignoro), independientemente de su edad, su género o su procedencia. Nunca he ganado mucho dinero con la fotografía, pero siempre he vivido de ella. A veces me desencanto o me aburro de ver tantas fotos. Pero una luz suave y cálida que entra por la ventana e ilumina el rostro de mi hija, me hace recuperar las ganas de sacar la cámara y guardar ese instante.